Los desechos orgánicos son todos aquellos materiales cuyo origen es biológico. Es decir, tienen su origen en los seres vivos. Además, su descomposición es mucho más sencilla. Ejemplo: restos de alimentos y animales, papel, cartón, servilletas, prendas de algodón, etc.
En cambio, los desechos inorgánicos son todos aquellos desechos cuyo origen no es biológico y pueden terminar siendo muy perjudiciales para los seres vivos y el medio ambiente por el tiempo que ameritan para biodegradarse. Ejemplo: objetos de vidrios, envases de plástico, latas de aluminio, telas, baterías, electrodomésticos, muebles, etc.
Separar nuestros desechos orgánicos de los inorgánicos fomenta una cultura de reciclaje y mejora diferentes procesos productivos para las empresas. Además, dignifica y facilita el trabajo de muchas personas que se encargan de seleccionar los desperdicios, ya que estos llegan mucho más limpios.